Era el último eslabón del conflicto, después de la rendición de Alemania y el suicidio de Hitler. De hecho, desde mediados de 1943 Estados Unidos se lanzó de lleno a combatir contra los japoneses. La producción masiva de aviones y barcos de guerra redobló más si cabe el potencial del ejército estadounidense.
Si ya en el Pacífico suroccidental las tropas del general McArthur destruyeron los ejércitos japoneses en Nueva Guinea, en el Pacífico central, el almirante Nimitz los expulsaba de los archipiélagos Gilbert, Marshall y Marianas. Era mediados de 1944. En el mes de octubre, la batalla aeronaval de Leyte destruía a flota japonesa que trataba de detener la invasión de Filipinas. Aun así, la lucha se alargó a causa de la tenaz resistencia nipona, que llegó a utilizar aviones kamikazes contra los barcos de Estados Unidos.
Un paso más adelante se dio en 1945, con la conquista de las islas Iwo Jima y Okinawa por Estados Unidos. Pese a la situación desesperada de Japón, completamente cercado, las autoridades se negaban a rendirse. Fue entonces cuando el presidente Harry S. Truman tomó la drástica y polémica decisión de lanzar la bomba atómica. Sostenía Truman que, de no hacerlo, Estados Unidos y el resto de fuerzas aliadas se verían forzadas a realizar una invasión terrestre que costaría medio millón de vidas norteamericanas. También Winston Churchill, primer ministro de Reino Unido, apoyó la decisión.
La primera bomba atómica, bautizada como 'Little Boy', fue lanzada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945. «El presidente Truman ha anunciado, por mediación de la Casa Blanca, que la bomba atómica ha sido utilizada por primera vez contra el Japón con una potencia igual a veinte mil toneladas de trinitotolueno. 'La bomba atómica es la utilización del poder básico del Universo. La primera bomba ha sido arrojada sobre la base japonesa de Hiroshima'. La declaración dice que la bomba atómica abre una nueva etapa de revolución en la ciencia de la destrucción. La utilización por los norteamericanos ha sido 'una victoria en la carrera emprendida con los hombres de ciencia alemanes, para encontrar la formar de dominar y poner en acción la energía atómica'».
Tres días después, una nueva bomba atómica, esta vez denominada 'Fat Man', era lanzada sobre Nagasaki: «Una segunda bomba atómica ha sido arrojada ayer por la aviación norteamericana contra el Japón, según se anuncia oficialmente. Esta vez, el objetivo ha sido la ciudad de Nagasaki. (...) Los resultados del ataque han sido (...) tan devastadores como el de Hiroshima», anunciaba El Norte de Castilla. Se calcula que el número de muertos provocado por ambos artefactos superó los 200.000. Pocos días después, Japón anunciaba su rendición incondicional: «La agencia Reuter comunica: 'El Japón ha aceptado el ofrecimiento de la capitulación'», podía leerse en El Norte de Castilla el 15 de agosto de 1945.
La Segunda Guerra Mundial dejó un enorme reguero de desastres y víctimas. Cerca de la mitad de los más de 50 millones de muertos fueron civiles. Junto a la destrucción de ciudades e infraestructuras, sobrecogieron los exterminios masivos de población judía y eslava, el desplazamiento forzoso de millones de personas y el desastroso balance económico. En términos territoriales, Japón e Italia vieron desaparecer sus imperios, Alemania fue duramente desnazificada, dividida y su territorio reducido en favor de Polonia y de la URSS, que fue el Estado más favorecido en este terreno. Estados Unidos se convirtió en una superpotencia, mientras el continente europeo se veía abocado a una pesarosa reconstrucción. El mundo que dejó la Segunda Guerra Mundial estaba fatalmente escindido en dos bloques antagónicos, el capitalista liderado por Estados Unidos y el comunista encabezado por la URSS.
Fin de la contienda
El 15 de agosto de 1945 El Norte de Castilla informó a toda página del fin de la Segunda Guerra Mundial, tras capitular Japón a raíz de las bombas nucleares.
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